Pordioseros del Caribe

La letra como geografía de un cuerpo. Un cuerpo que se narra, se expone sobre y bajo la piel. Mas, sin embargo, una letra que en el gesto intempestivo de multiplicar una y otra vez su cifra más parece describirse como un aparato, un artificio, que re-crea en cada movimiento la imposible unión de nombres, huesos y sexos. La letra como una performance estaría tentada en afirmar. En ese instante en que la letra se vuelve movimiento y se inscribe en el papel, ésta se vuelve, sin duda, en una performance que enuncia e interrumpe un cuerpo. Así, tal vez, es como se podría describir Pordioseros del Caribe. La performance de escribir un cuerpo que se habita y se padece al unísono. La performance que desde los márgenes intenta instalarnos en el mito y en el misterio de Eros vástago de la necesidad y la abundancia. Pordioseros del Caribe se presenta, de este modo, como un artificio escritural que vuelve contiguos los registros de la falta y el exceso. Registro múltiple de un cuerpo macho-hembra-travesti y de un territorio-isla percibido, algunas veces, como limitado y, otras tantas, como excesivo. Un cuerpo, un lugar, de carencias reales; y, al mismo tiempo, un cuerpo, un lugar, de exóticas e imaginadas abundancias.