Plaza Montt-Varas sin número
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“(…) En Chile: las leyes las han dictado siempre los poderes fácticos (alianzas de militares, empresarios y políticos), sin participación ciudadana, lo que transforma a los jueces, de hecho, en funcionarios e instrumentos de esos poderes y no en representantes de las fuentes soberanas del Derecho. Obligándolos, por tanto, a realizar una odisea introspectiva personal y de riesgo exterior inminente, para llegar, por caminos heroicos y astutamente retorcidos, a la justicia verdadera. “(…) Las leyes escritas, en Chile, están calculadas para enjuiciar a los individuos concretos (con nombre y apellido) que perpetraron delitos flagrantes, empíricamente ejecutados, probados y juzgados (…) Así, se ha condenado a Pinochet, a Contreras, a Krassnoff Marchenko, a Moren Brito, a Basclay Zapata, etc. pero no a la institucionalidad militar que los amparó e inspiró sus crímenes, como tampoco a la Constitución de 1980 y al Plan Laboral de 1979 que dejó la tiranía militar como Estado de Derecho espurio e ilegítimo para la posteridad. “Al leer el libro del juez Alejandro Solís se asiste, pues, de lleno, no sólo al drama que tuvieron que vivir los jueces en Chile –heroico, podría decirse, en muchos sentidos– para lograr que se hiciera justicia penal puntual sobre los hombres de carne y hueso que violaron los Derechos Humanos de sus conciudadanos, sino que, también, se accede a las enormes tareas históricas que están todavía pendientes y por realizar, que competen, sin duda, de modo exclusivo a la ciudadanía como tal. Pues ella, y sólo ella, puede erigir en pleno el Tribunal de la Historia (no sólo el del Estado). En el cual, sin duda, los jueces deberían estar siempre presentes como sus representantes solidarios”. - Gabriel Salazar. Premio Nacional de Historia. “Escribo estas memorias no solo pensando en mi vida, sino en la historia del país en que me correspondió vivir. Aquellos que estudiamos en escuelas y universidades públicas, nos entregamos por entero a hacer de nuestra profesión un aporte a la sociedad, a su desarrollo, para que otras generaciones continúen haciendo de éste un lugar abierto al pensamiento libre”. - Alejandro Solís.
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